Como es sabido por todos, se aproximan (más) cambios radicales que afectan a la vida diaria de la Justicia, de sus profesionales (abogados, procuradores, jueces, fiscales…) y, sobre todo, de los ciudadanos, que son al fin y al cabo los usuarios finales del servicio (el Poder Judicial será “poder”, pero es ante todo un “servicio público”). |
Representantes en el proceso siempre ha habido y siempre habrá, verlo de otro modo es obviar la realidad de las reclamaciones judiciales: el particular o empresa que litiga (la parte procesal) por razones prácticas siempre ha delegado en persona distinta al abogado, del cognitor o el procurator ad litem en Roma, al personero de las Partidas (Título V de la III Partida) hasta los procuradores (Ordenanza de 24 de marzo de 1489, dada en Medina del Campo por los Reyes Católicos). Por más que se potencie el uso de nuevas tecnologías, esa necesidad es un hecho cierto.
Si, en consonancia con la Ley Omnibus, y por razones de política económica, se pretende impulsar la competencia, bastaría con suprimir la obligatoriedad de Arancel que fija los honorarios de los procuradores.
El proyecto de LSP contempla además cambios en la organización corporativa: para elegir la Presidencia del CGAE el voto de los Colegios se ponderará en función del número de miembros y el control del CGAE quedará en manos de los “grandes colegios” en detrimento de los pequeños colegios provinciales.
La reforma de manera inédita instauraría de no modificarse una distinción entre tipos de letrados desde el momento que exime de la obligatoriedad de la colegiación a los licenciados que actúen en representación de tercero con el que tengan un vínculo de naturaleza laboral, creando una especie de “abogados de empresa sin colegiación” (o, peor aún, por la simple vinculación profesional con un despacho profesional se excluiría la colegiación obligatoria), puerta de entrada al intrusismo o al ejercicio de la profesión sin control corporativo.
De todo lo que se lee y se oye, las contestaciones en los juicios civiles verbales serán escritas, como en el ordinario: creo que es lo único positivo que se salva.
¿Y tú que opinas?